El viento filoso me corta la cara, y aquel recuerdo de mi padre el corazón. Veinte años pasaron desde que mi padre partió. Se fue. Nos dejó a mi madre, a mi hermana y a mí con un sabor amargo. Había sido un hombre rígido. De hecho, fue la persona más estricta que conocí en mi vida. Un tipo terco, pero derecho. Correcto. Ejemplo de tenacidad, de solidaridad y amor al prójimo. De educación. Un padre ejemplar que nunca pude aprovechar, y que me enseñó las cosas más bellas y a la vez más duras que se le puedan inculcar a un ser humano. Sus métodos, a veces, eran excesivamente ortodoxos, y hasta violentos. No podría en este momento juzgarlo. He llegado a comprenderlo. Veinte años después.
No quiero justificar los golpes que recibíamos de sus puños y menos de su cinturón, que era como una extensión de sus brazos. Él tampoco había aprendido con otros métodos. No conocía otras formas. Y dolía, y he sufrido, y he llorado, y hasta costaba respirar cuando hacía algunas travesuras y me ponía la cabeza debajo de la ducha fría. Pero muchas veces más me ha llegado a doler la vida. No nos comprendíamos. No queríamos tampoco. Nos costaba. Le costaba aceptar mis aspiraciones, como casi todo padre. Nos gritábamos, trabajábamos juntos; nos peleábamos, nos abrazábamos. Pero éramos en el fondo misma carne y misma sangre. ¡Cómo me hubiera gustado poder disfrutarnos más, sanamente! Sin rencores ni remordimientos.
A veces uno se
da cuenta tarde de que la vida es demasiado corta. Justo en el momento en que
uno empieza a comprender algo, o creer que lo hace, la vida se termina. Se
apaga. La materia vuelve a formar parte del éter, y los recuerdos no alcanzan.
Mi padre me enseñó
también a no arrepentirme, a vivir la vida intensamente, a cada momento. A ser feliz
buscando la felicidad. A desear. A desear la felicidad a otros. A tener amigos
y a saber contar cuáles son los verdaderos. A trabajar para cosechar el fruto.
A no envidiar el progreso ajeno, a amar. A indignarme por las injusticias y
actuar. A perseverar, a estudiar, a aprender a aprender, a dibujar, a hablar. A
discutir, a discernir el bien del mal. A esperar, a avanzar, pero nunca
quedarme quieto. Me enseñó a equivocarme, a elegir. Y me hizo lo que soy, o por
lo menos fue y será una parte de mi camino, mi trayecto en esta vida. Me
arrepiento nunca haberle gritado todo esto en la cara, en vez de decirle que lo
odiaba, que lo aborrecía, cómo muchas veces lo hacía cuando ya no encontrábamos
la manera de entendernos. Me arrepiento por no haberle dicho cuántas cosas compartíamos,
como estas culpas. ¡¡Cómo quisiera abrazarlo!! Recuperar lo irrecuperable. Las
fotos que nunca fueron, las sonrisas que nunca nos dimos. ¡¡Qué bronca, cuánta
impotencia!! La muerte que ya se ha divertido bastante en este lugar, se me
escurre entre los huesos a través del frío de este banco de mármol en el que
estoy sentado frente a su epitafio. La muerte nunca sucede aquí, en este lugar.
La gente se muere, como todos los días, en el camino, nunca donde quiere
llegar. En el camino continuamos nosotros que nos creemos vivos, y que vivimos
con pereza, y dándole importancia a cosas sin sentido, para arrepentirnos de lo
que hacemos, y nos acordamos cuando ya no tenemos memoria.
Creo que ya
lloré tanto que si me quedo aquí un poco más voy a ver crecer las flores. Una
mano me toca el hombro. Me sonrío porque creo estar en un sueño, o en una
pesadilla. Tengo miedo, también curiosidad. Por un segundo pienso que tanto desearlo,
podría ser realidad. Me siento entre aterrado, nervioso y helado, con gotas de sudor
en toda la espalda. No puedo esperar más, me volteo.
Nos miramos
intensamente. Eternamente. Parado delante de mí esta mi padre...
Leí este cuento hace unos minutos, en el papel dentro de una botella, lindo detalle :-) me gustó mucho y voy a seguir leyendo tus cuentos. Exelente material, felicitaciones escritor!
ResponderBorrarHola Lovely Pink! Gracias por tu tiempo, por escucharme, y por leerme! Cuál es tu verdadero nombre? Te gustaría contarme algo de vos? En FB estoy con mi nombre como actor, y tengo algunos más pues también soy mimo (Juan Tánamo) y payaso (Wilson De la Gente), entre otras cosas. Todo esto de comunicarme a través de mi mismo ante los demás en esas circunstancias, y no de un personaje, es nuevo para mí y hace poco que me animé a llevar a cabo todo esto, así que tu mail me nutre un montón. Si querés contarme cuál fue tu experiencia o lo que pienses, te agradeceré infinitamente, o bien, lo que quieras contarme. :) Saludos, Nicolás.
ResponderBorrarEsta muy bueno lo que haces, me intereso mucho cuando te escuché hablando de la lectura, últimamente no voy a ningún lado sin mi libro de julio verne en la cartera jajja mi nombre es jesi, un gusto. Me sentí identificada con tu cuento, mi papá ya no esta y no pude disfrutarlo mientras vivió, también lo vi a él en el personaje del padre por su descripción, interesante!
ResponderBorrar